El proyecto escenográfico ha de reflejar las características visuales y simbólicas del acto, determinando los escenarios, los decorados, los elementos ambientales, la iluminación, los colores, las texturas, los sistemas audiovisuales, pero siempre al servicio de los objetivos fijados por los organizadores, dando prioridad al desarrollo previsto para el acto, las secuencias en que se divida, los tiempos, el ritmo. El escenógrafo, como gestor del espacio, también debe calcular cuidadosamente los recorridos, los movimientos, los flujos, para que resulten cómodos y coherentes, buscando siempre la limpieza visual y el orden.
El objetivo final es lograr configurar un escenario que exprese la filosofía del acto con armonía, elegancia y singularidad, persiguiendo la implicación emocional del espectador que lo presencia in situ o a través de los medios de comunicación. Y éste es otro de los puntos fundamentales: El proyecto escenográfico debe tener en cuenta también las necesidades de los profesionales de los medios- periodistas, fotógrafos, cámaras, locutores de radio- que han de disponer de un espacio adecuado para trabajar con comodidad y eficacia y contar con los medios técnicos necesarios. No olvidemos que la proyección mediática es siempre uno de los objetivos principales de la organización y del evento mismo. Por todo ello, la escenografía está vinculada indisolublemente a la producción, que se encarga de elaborar la propuesta técnica (equipos de iluminación, sonido y otras tecnologías) y de los elementos materiales necesarios, así como de su gestión y contratación.
La escenografía es un factor básico en el proyecto de protocolo porque se responsabiliza del aspecto visual del evento. Por eso cualquier acto, por pequeño y modesto que sea, debe ser planificado cuidadosamente en todos los aspectos tanto conceptuales como visuales, enfocando sus esfuerzos a dotarlo de un significado comprensible.
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