Ayer asistimos
sobrecogidos a las imágenes que
transmitían el horror de un atentado terrorista contra turistas que visitaban
un museo tunecino, con el resultado de una veintena de muertos originarios
varios países, entre los que se encontraban dos españoles.
Las reacciones de los
dirigentes europeos y del propio primer ministro de Túnez no se hicieron
esperar. Enseguida comparecieron ante los medios de comunicación para expresar
su repulsa contra la barbarie yihadista que en los últimos tiempos asola el
mundo con creciente virulencia. En todos los caso, los líderes hablaron ante las banderas de sus países respectivos
como símbolo de respaldo institucional que avalaba sus palabras. En la foto siguiente, podemos ver al ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García Margallo, llegando a la sala de prensa dotada de los símbolos institucionales.
Lo mismo hizo el presidente
Hollande, sólo que a él la suerte le sorprendió en un acto de la UNESCO que se
celebraba en el Museo del Louvre. Allí, el Departamento de Antigüedades Orientales
organizaba una muestra de piezas arqueológicas provenientes de la antigua
Mesopotamia, la civilización más antigua del mundo, cuyo patrimonio histórico y
arqueológico está siendo sistemáticamente destruido por el Estado Islámico,
como hemos visto en las estremecedoras imágenes que inundan estos días los telediarios. Con
este motivo, y en solidaridad con Siria e Iraq, se organizaba el acto que casualmente
sirvió como telón de fondo a la comparecencia púbica del presidente francés.
Las manifestaciones de
Hollande ante las cámaras expresando su condena al terrorismo yihadista contaron con un fuerte
apoyo escenográfico al tener lugar ante las obras de arte que todos los
espectadores identificamos inmediatamente con las destruidas en los últimos días
por el IS. Esta imagen favorece una asociación de ideas que aumenta
exponencialmente la fuerza del mensaje. Además, la peculiar manera en que Francia ordena sus banderas, colocando la enseña nacional adelantada con respecto a la europea, la acerca al compareciente y le asegura el plano televisivo, haciendo que el simbolismo institucional sea más potente.
La foto lo dice todo: Francia condena el terrorismo yihadista, la destrucción de la cultura y el patrimonio histórico y apoya a los pueblos que se ven oprimidos y masacrados por los fanáticos islamistas. No hace falta escuchar el audio ni ver el vídeo para entenderlo. Es comunicación no verbal en estado puro. Y muy eficaz, además. La fuerza simbólica de un escenario pone de manifiesto el enorme poder expresivo de una imagen, que habla en un lenguaje universal.
La foto lo dice todo: Francia condena el terrorismo yihadista, la destrucción de la cultura y el patrimonio histórico y apoya a los pueblos que se ven oprimidos y masacrados por los fanáticos islamistas. No hace falta escuchar el audio ni ver el vídeo para entenderlo. Es comunicación no verbal en estado puro. Y muy eficaz, además. La fuerza simbólica de un escenario pone de manifiesto el enorme poder expresivo de una imagen, que habla en un lenguaje universal.
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