Protocolo y ceremonial,
instrumentos de la comunicación al servicio del poder y la imagen pública. Una
perspectiva histórica es el título del capítulo de mi autoría que publica Visión Libros en el volumen La Comunicación en la Historia, cuyo resumen comparto:
Protocolo
y ceremonial están presentes en todas las etapas de la historia de la humanidad
actuando como instrumentos de comunicación no verbal que transmiten mensajes de
jerarquía y poder a sus destinatarios sociales.
Desde
la antigüedad encontramos referencias a los ritos ceremoniales a través de
vestigios arqueológicos -en las épocas más tempranas- y documentos escritos
-más tarde- que relatan acontecimientos de la vida social, especialmente los
que tienen un carácter simbólico, honorífico o conmemorativo. Se trata de
manifestaciones públicas del poder establecido, como las entradas triunfales de
los soberanos en las ciudades, las ceremonias de coronación o investidura, las
bodas y exequias de los miembros de familias reales o los desfiles militares.
Acontecimientos extraordinarios, todos ellos, que dan visibilidad a las
instituciones conectándolas con el pueblo a través de ceremonias públicas. Esta
práctica se convierte en una constante a lo largo de la historia, y sigue
vigente hasta nuestros días, en todas las culturas y sistemas políticos
conocidos, lo cual es signo inequívoco de su eficacia comunicativa.
“Gobernar
es aparentar”, decía Napoleón, consciente de que “el pueblo no lee los
decretos, pero ve los actos”. El estado, el poder, las instituciones son
entidades intangibles que necesitan tomar cuerpo, hacerse visibles ante los
ciudadanos, para poder ser percibidos y aceptados. Por eso las altas instancias
del poder buscan la conexión con la sociedad a través de las celebraciones
públicas, que actúan como vehículo transmisor de su identidad, coadyuvando en
la construcción de su imagen pública. Los actos, los eventos, los
acontecimientos especiales son el canal a través del cual una organización,
entidad emisora de la comunicación, se pone en contacto con la comunidad,
receptora de su mensaje.
Como
señalan varios autores –Marín Calahorro (1997), Ramos (2002), Otero (2009,
2011) y Vilarrubias (2000, 2004), entre otros- el protocolo se convierte así en
la principal herramienta de comunicación no verbal entre las organizaciones y
sus públicos, codificando el mensaje a través de elementos cargados de simbolismo
y actuando como un elemento de ordenación. Personas, espacios y secuencias
temporales son ordenadas de una manera determinada y concreta en función de las
circunstancias que rodeen al acto, con el objetivo último de escenificar el
mensaje de la organización convocante.
Todas
las civilizaciones a lo largo de la historia han utilizado este lenguaje, que
aporta valores de concordia y de convivencia, y ha contribuido al progreso de
la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario