Con motivo de la final de Eurobasket en la que España se
disputaba el oro (¡Enhorabuena, campeones!), una periodista de Tele 5
entrevistaba al rey de España, presente en el encuentro y, ante la sorpresa de
todos, comenzó a tutearlo. Tras cuatro tuteos sucesivos, cambió al usted, sin duda
al ser advertida del error a través del pinganillo.
El vídeo no tiene desperdicio. Se puede ver AQUÍ
Las redes sociales se hicieron eco inmediatamente de la
noticia, con comentarios que se manifestaban mayoritariamente en contra de
tales confianzas, aunque hubo alguno
que lo encontró lógico y oportuno, apelando a la modernidad y no sé qué más, sin duda imbuido de esa mala costumbre de
igualar por abajo que nos invade y nos hace olvidar el significado de las
instituciones y quienes las representan. Todo muy propio de estos tiempos en que los representantes públicos expresan la necesidad de transparencia y cambio político vistiéndose para actos solemnes como si fueran monologuistas del Club de la Comedia. Eso cuando deciden asistir, claro.
Pero volviendo al tema, excuso decir que yo fui una de las
sorprendidas (ojiplática sería la descripción exacta) al escuchar el desparpajo
del tuteo. Sin embargo, una vez superado el primer impacto, que no fue ligero,
la anécdota me sugiere una reflexión, que comenzaré con una pregunta:
¿Alguien le explicó alguna vez a esta periodista que a una
autoridad del Estado se le debe tratar de usted, como muestra de respeto? Ya sé que parece una perogrullada, pero vamos
a detenernos un segundo a pensar: Acostumbrada, sin duda, a tutear a
entrevistados, compañeros, profesores e incluso superiores, ¿qué le podría
hacer pensar a esta joven reportera que a una autoridad de otro ámbito (hombre
joven y cercano como es el rey, además) debería darle un tratamiento distinto? Todos los días
vemos en los medios de comunicación, principalmente radio y televisión,
entrevistas a personajes públicos en las que el periodista tutea al
entrevistado con camaradería, como un guiño de complicidad hacia la audiencia.
Sucede con los artistas, los deportistas y, en menor medida, con los políticos.
Pero lo cierto es que se va extendiendo esta costumbre. Por eso, la naturalidad
con que la joven reportera tuteó al monarca me hace pensar que no fue
consciente en absoluto de su falta de modales, sino que, espontáneamente,
reprodujo un modelo que ve y practica a diario en su profesión.
El tuteo se extiende. El usteo se retrae. Me parece bien,
siempre que se entienda que uno no invalida ni sustituye al otro. No hay que
confundir: ni el tuteo es más amistoso (se puede insultar tuteando) ni el usteo
implica distanciamiento (también se manifiesta cariño y respeto tratando de
usted a alguien). Dependiendo de las circunstancias, de la persona, del
momento, corresponderá uno u otro y es necesario tener cintura para saber
aplicar la fórmula más adecuada en cada caso. Es una de las bases del saber
estar. Pero esto que cualquiera de mi generación entiende perfectamente sin
mayores explicaciones, los jóvenes no lo saben. Y seguirán sin saberlo si no se
lo transmitimos los mayores. No me cansaré de repetir que padres y docentes
tenemos la responsabilidad de dotar a las nuevas generaciones no sólo de conocimientos
específicos que les ayuden a desarrollar una carrera profesional, sino que
también hemos de inculcarles comportamientos y modales que les permitan moverse
por el mundo con solvencia social. Eso que casi todos confundimos con el
protocolo, y que no es más que educación, civismo, urbanidad y respeto, siempre
respeto, como base irrenunciable de la convivencia.
Ahora, eso sí, la protagonista de esta historia aprendió la lección por la vía rápida. No creo que se le olvide.
Gracias por tu artículo,Olga.
ResponderEliminarHe de decir que ni se me pasó por la cabeza tu argumento. Ciertamente ocurre que aquello que los que pertenecemos a otra generación entendemos que es de sentido común, estos jovencitos lamentablemente lo desconocen.
Un abrazo.
Nadie nace sabiendo, así que debemos hacer pedagogía de los buenos modales... a ver si cunde el ejemplo ;-)
EliminarMuchas gracias por comentar y un abrazo
Muy buen comentario, es cierto lo que dice.
ResponderEliminarPor otro lado el rey tuvo un error de modernidad, que en mi opinión le hizo perder autoridad, qe fue casarse con una plebeya.
Realmente si el es tan moderno para eso, también debe serlo y aceptarlo para otras situaciones como la narrada en el post.
Muchas gracias!
Saludos.
El rey aceptó la situación con la mayor naturalidad, como se puede apreciar en el vídeo. En realidad, fuimos los espectadores quienes nos lanzamos a opinar sobre el suceso.
EliminarMuchas gracias por comentar y un cordial saludo