Conocimos a Begoña Fernández cuando su marido, Pedro
Sánchez, anunció su candidatura al gobierno de España por el PSOE hace unos
meses, en el famoso acto donde se presentó con una enorme bandera de España al
fondo del escenario. Ya entonces muchos comentaristas (yo misma lo comenté AQUÍ) vieron en
esta puesta en escena y el hecho de presentar a su esposa ante el público como
parte del tándem presidencial una fórmula impactante, muy americana, al estilo Obama. A
pesar de que en España el presidente del Gobierno no es elegido por sufragio
directo, y, por tanto, el ciudadano no vota al presidente sino al partido, lo
cierto es que comunicativamente resultó un recurso muy eficaz. La prueba está
en que seguimos hablando de ello.
Desde entonces, Begoña Fernández se ha convertido en una
constante en las apariciones públicas de su marido, unas veces acompañándolo con
discreción y otras dando la nota, como cuando se coló en el plano televisivo que enfocaba
a Íñigo Errejón en plena entrevista, alzando el dedo pulgar para simbolizar que las cosas iban bien.
Para su marido, suponemos. En fin. Aunque fue muy criticada por esta salida de
tono, creo que no fue más que una metedura de pata de novata, sin mayor trascendencia.
Pero lo cierto es que Begoña Fernández sigue omnipresente en
todas las comparecencias de Sánchez, compartiendo incluso protagonismo con él,
como si de una candidata a primera dama se tratara. Así se vio ayer por la
tarde, cuando el matrimonio llegó de la mano y saludando al tendido (es un
decir) a los estudios de Antena 3, con
motivo del debate que estaba programado con el presidente del Gobierno. Vimos a
una Begoña elegante, moderna con su cazadora roja, con aires de victoria y encantada de haberse conocido. Cámaras, photocall, más cámaras...
Quiero pensar que todo esto obedece a una estudiada estrategia del equipo socialista
que desea aprovechar el tirón que supone una pareja guapa, atractiva,
telegénica, para una campaña que se dirime en buena parte en los medios
audiovisuales. Sin embargo, no estoy segura de que sea una buena táctica.
Para empezar, este rol de "primera dama" tiene poco encaje en España, donde la
primera dama es la reina y tanto doña Sofía antes como doña Letizia ahora
desempeñan este cometido impecablemente, incluso con su justa dosis de glamour.
Siendo esto así, la esposa del presidente del Gobierno (el que sea) sólo tiene
cabida en actos de carácter social,como cenas de gala, recepciones o funerales de Estado, por ejemplo, ya que en actos puramente institucionales
sobra. Me viene ahora a la memoria la presencia de la esposa de Mariano Rajoy
sentada tras su marido, junto a las más altas autoridades del Estado, el día que
el rey Juan Carlos abdicó en el Palacio Real. Una decisión protocolaria incomprensible, totalmente fuera de lugar, a mi
entender, ya que su sitio no era ése, sino un lugar preferente en la primera fila del público.
Por
eso digo que, si tenemos en cuenta que el papel de la “segunda dama” en el
panorama institucional español es más bien escaso, a no ser que se fuerce, no
entiendo muy bien la omnipresencia de Begoña Fernández ejerciendo esta función antes de tiempo. Su presencia lo
único que consigue es resultar pesada y pretenciosa, porque lo poco agrada, pero lo mucho cansa. Empieza a dar la impresión de buscar un protagonismo
propio o, lo que es peor, que teme dejar solo a su marido en momentos
comprometidos, lo cual no creo que beneficie a ninguno de los dos. En fin, no sé, a lo mejor son cosas mías, pero creo que menos presencia
(o ninguna) en esta fase del camino hacia las elecciones generales sería mucho más positivo para la imagen pública de ambos.
El papel de esta señora es perfectamente ridículo y una mala imitación de los estándares norteamericanos. Si la propia reina no es otra cosa que la consorte, sin luz propia; menos ésta que no es políticamente nada.
ResponderEliminarNo sé si la imitación es mala, pero desde luego, su presencia resulta cansina y no creo que beneficie a los intereses de su marido.
EliminarGracias por comentar, Fernando
En mi opnión, muy personal, considero que es acertada la presencia. Nos podrá recordar a las sonrientes consortes estadounidenses, pero muestra cercanía, "necesidad" del apoyo de la pareja, implicación con los actos del compañero,... Positivo, creo, para la imagen del candidato.
ResponderEliminarElena, el apoyo al candidato por parte de su pareja/familia es positivo, claro que sí, pero me parece que en este caso concreto se ha extralimitado la presencia de la consorte, que adquiere demasiado protagonismo. A mí me parece que esto perjudica la imagen de Pedro Sánchez y la de la propia Begoña Fernández.
EliminarPero, como hablamos de percepciones, y no de verdades absolutas, seguramente tanto tú como yo tendremos razón ;-)
Muchas gracias por participar en el debate.