La paz ha
llegado a Colombia. Tras cincuenta y dos años de conflicto armado entre el
Estado y la guerrilla de las FARC, por fin, se ha firmado la paz en un acto
institucional que ha servido para mostrar al mundo el comienzo de una nueva
era. Un ejemplo de estrategia comunicativa que toma como eje central un evento
perfectamente orquestado y orientado a sus objetivos.
Colombia se
ha convertido en el foco de la noticia y ha sabido aprovechar la oportunidad
para enviar al mundo un mensaje de concordia a través de los actos
institucionales que rodearon tan histórico momento. La puesta en escena,
calculada al milímetro, ha contribuido a transmitir eficazmente la imagen de
una nueva Colombia, moderna y segura, que se proyecta hacia el futuro. Múltiples
elementos escenográficos cargados de simbolismo han servido para condensar el
mensaje y transmitirlo eficazmente a través de los medios de comunicación que
se han hecho eco, con entusiasmo, del feliz acontecimiento. Veamos el vídeo:
La ciudad de
Cartagena de Indias, la más turística del país, fue la elegida para acoger a
una veintena de dignatarios internacionales, como el presidente de Cuba, Raul
Castro; de Argentina, Mauricio Macri; la presidenta de Chile, Michelle Bachelet;
el secretario de Estado de EE.UU.; John Kerry o el rey Juan Carlos, en
representación de España, además de 250 víctimas del conflicto, que también
estuvieron presentes como parte interesada y sufridora del enfrentamiento armado
que se da ya por finalizado. Todos ellos vestidos de blanco, como una sola voz,
se dieron cita en la Plaza de Banderas del Centro de Convenciones de Cartagena,
donde se firmaría el acuerdo entre el presidente colombiano, Juan Manuel
Santos, y el exguerrillero Timochenko. Un momento cumbre en el que los ojos del
mundo se posaron sobre este país que deja atrás la guerra más larga que se
recuerda en el continente americano.
El tema estrella del acto era claro y conciso: la
paz. El color blanco y la paloma son elementos universalmente reconocidos como
símbolos de la paz, por lo que todos los recursos escenográficos y visuales apuntaban
en el mismo sentido. El blanco lo impregnaba todo. Fue el elegido para el
escenario, las sillas, los globos, la mesa de la firma y la vestimenta de todos
los comparecientes e invitados. La paloma,
por su parte, se convirtió en la marca del encuentro, y estuvo presente
en el escenario, en la comunicación gráfica
e incluso en los pins que los asistentes llevaban en sus camisas.
Palomas blancas, camisas blancas.La paz como lema.
Pero hubo más. El bolígrafo con el que Santos y Timochenko
estamparon su rúbrica se convirtió en otro de los símbolos del momento. El “balígrafo”,
como se le bautizó, es en realidad una bala reconvertida en bolígrafo y
representa la evolución que Colombia está viviendo, que la lleva de una situación
de guerra interminable a otra de paz enormemente deseada. En su lomo lleva grabada
una frase que recoge el espíritu del
encuentro: “Las balas escribieron nuestro pasado, la educación nuestro futuro”.
Para la ocasión se fabricaron más de medio millar de “balígrafos” con balas de
ametralladora y fusil, que servirían de obsequio a los invitados a la ceremonia.
Un detalle original y cargado de significado que contribuyó eficazmente a dotar
de emoción un momento que marcará un antes y un después en la historia de
Colombia y de toda Iberoamérica.
El acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC deja tras de sí un rastro de largas negociaciones, encuentros y desencuentros, pero culmina en un acto perfectamente articulado que escenifica y grita al mundo el deseo de un pueblo: la paz ha llegado. Un modelo de eficacia comunicativa a través de los eventos, que demuestra que lo fundamental es fijar el objetivo. Los recursos y las técnicas deben ir en consonancia, con sencillez, para no desvirtuar el mensaje. Colombia nos ha brindado un gran ejemplo.
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